lunes, 2 de marzo de 2009

Génesis

De pequeño fui un niño muy interesado en la geografía. Que básicamente a esta edad temprana se reducía a una serie de datos curiosos que yo memorizaba y repetía cada vez que me parecía oportuno. Así cuando escuchaba a algún mayor pronunciar la palabra río enseguida yo le decía:

- Sabías que el río más largo del mundo es el Nilo, sin embargo el más caudaloso el Amazonas, o que el Danubio atraviesa 7 países en Europa.

O por ejemplo si alguien mencionaba que lleno estaba el autobús enseguida le respondía:

-Para ver mucha gente tienes que ir a la Ciudad de México con veinte millones de personas o a China el país más poblado del mundo, aunque la India en algunos años se espera que ocupe su lugar.

Y seguí así, sorprendiendo a los adultos con estas intervenciones curiosas que en más de una ocasión hicieran que se viraran hacia donde estaba mi madre y le dijeran:

- Inteligente el niño.

Y se me dibujaba una sonrisa tan amplia como mi cara y se me engrandecía el pecho.

Hasta que un día alguien mencionó que hacía mucho tiempo no llovía y yo enseguida corrí a recitar:

-El lugar más árido del planeta es el desierto de Atacama. En algunos sitios se dice que no ha llovido en 400 años.

En ese momento mi madre se fue a su cuarto y regresó con una fotografía. Curioso le pregunté:

- ¿Qué es?

- Atacama, el lugar más árido del planeta.

Resulta que a veces si se dan una serie de circunstancias aún poco conocidas ocurre un fenómeno maravilloso.




Fotografía de Gerard Hϋdepohl.


El desierto florece. Donde hace muy poco tiempo hubo palidez, monotonía ahora existe color y vida. Desde ese momento perdí el interés en aprender esos curiosos datos geográficos sino que me pasaba el tiempo escrudiñando libros y revistas buscando al desierto, al desierto florido. Y aunque los mayores no se viraron más hacia mi madre para elogiarla por mi inteligencia. Cada vez que tenía suerte en mí búsqueda y lo encontraba, salía corriendo a verla y le enseñaba. Entonces era ella quien con una sonrisa tan amplia como su cara y el pecho engrandecido me daba un beso.


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